Escritura ambiental, 2 de julio (Efe).– Los roedores que llegaron para impulsar la industria de combate, peces que alcanzan 200 kilos de peso y moluscos que transmiten enfermedades son algunas de las especies exóticas invasivas (EEI) que causan más daño a los ecosistemas en América del Sur, varios expertos han explicado a Efe.
De los 3.500 EEI registrados en el mundo, el 34 % se concentra en el continente estadounidense, según la plataforma intergubernamental científica normativa sobre diversidad biológica y servicios de ecosistemas, una entidad promovida por la ONU, que reconoce dos grandes grupos grandes.
La primera es la de las especies que llegan de otros continentes y el segundo, el de los que comparten territorio estadounidense pero, al migrar de un país a otro, se convierten en un problema en el receptor, explicó el biólogo Paul Van Damme.
Los avances en los medios de transporte para viajes de gran distancia han facilitado «drásticamente» la propagación de la EEI de que, si encuentran un hábitat propicio, reproducen y compiten con las premisas que alteran los ecosistemas, explican las biólogos Leya Cárdena, Victoria suescún y Romina FURENTES en su libro «Especies invasivas: Respuestas y respuestas». «.».
Caracoles gigantes
El caracol gigante africano, por ejemplo, se considera una plaga en Colombia desde 2008: la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo cataloga como uno de los 100 EEI más dañinos del mundo.
Además de barrer con cultivos, este molusco se alimenta de materia fecal animal y humana, por lo que almacena patógenos infecciosos que transmite al tocar su caparazón o barrio marginal y que pueden causar enfermedades como la meningitis eosinofílica.
Van Damme ha señalado que hay dos generaciones de especies invasoras en América del Sur: las que llegaron hace más de 40 años que ya han sido «aceptadas y son parte de la cadena de producción» y las que se han convertido en un problema durante la última década.
Visiones, castores y liebres
Entre los Estados Unidos del Cono del Sur, el visón estadounidense se destaca, cuyo grueso pelaje y cuerpo alargado lo convirtieron en un animal atractivo para la industria de combate en Argentina y Chile: se instalaron, entre 1930 y 1970, criaderos que facilitaron su expansión, certifican los investigadores Mauricio Failla y Laura Fasola, miembros del Consejo Nacional de Investigaciones y Técnicas de Científicas de la Científica de la Cina de la Dina.
Entre los daños causados por este mamífero semi -comunicación se encuentran la depredación excesiva de roedores y aves nativas y la expansión de enfermedades como la toxoplasmosis y la tuberculosis.
Otra especie invasora en los mismos países es el ricino, que llegó a la timón patagónico del Fuego en 1946 con el mismo objetivo de promover la industria de combate y enriquecer la fauna local, según un estudio de la Pontificio Universidad Católica de Chile.
Protegido durante más de 30 años y sin depredadores naturales, se reprodujo sin control hasta que se convirtió en plaga y genere daños a la biodiversidad en más de 23,000 hectáreas de bosque nativo, según el Ministerio de Medio Ambiente de Chile.
Del mismo modo, la liebre europea se estableció en Perú en la década de 1990: su gran apetito y su rápida reproducción lo convirtieron en otra plaga incluida en el Plan Nacional de Acción en los Estados Unidos del país.
Tres peces
Con el «desarrollo de la piscicultura, muchas especies invasoras han entrado en el Amazonas», donde los impactos son «mucho mayores porque hay especies vulnerables», agregó Van Damme.
Este es el caso de Paiche, por ejemplo, un pez introducido en Bolivia que ha ocupado «más del 50 % del volumen de pesca total» del Amazonas: ser un animal carnívoro y grande, hasta 4 metros y 200 kilos, ha colonizado los canales fluviales sin ningún control efectivo que dañe los ecosistemas.
El pez león es otro EEI, del Océano Pacífico y hoy en las costas de Venezuela, donde se ha convertido en un problema debido a su rápida reproducción: según el Ministerio del Poder Popular de la Pesca y la Acuacultura de Venezuela, un solo espécimen puede poner dos millones de huevos al año y el problema es que expulsa el veneno que exhibe otros depredadores y afecta a las especies locales de las criaturas, los Knives y los octavos.
Un tercer ejemplo es la tilapia africana, que llegó a América del Sur hace más de cincuenta años y se cultiva en acuicultura por su adaptabilidad y alta reproducción, pero en libertad estas características junto con su capacidad para almacenar virus lo convierten en una amenaza para los ríos y lagunas de Ecuador. Efusión