Si usa más, enciende el horno o la freidora. – Colombia informa

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Cada vez que llega la factura de la luz la miramos más de cerca que antes. Ya no basta con apagar las luces o desconectar el cargador del teléfono: ahora cocinar también se ha convertido en una decisión energética. Entre estufas, hornos y freidoras, la cocina se ha convertido en el nuevo campo de batalla del ahorro. En los últimos años, la freidora de aire caliente se ha popularizado y promete comidas más ligeras y rápidas. Pero la pregunta sigue siendo: ¿consume más o menos que el horno convencional?

El dilema moderno. Ambos cocinan con aire caliente, pero la forma de cocinar marca la diferencia. La freidora de aire caliente, Endesa explicaFunciona más como un horno en miniatura que como una freidora clásica. Su truco consiste en hacer circular aire caliente a gran velocidad en un compartimento pequeño, consiguiendo una cocción rápida y uniforme.

El horno convencional, en cambio, calienta una habitación mucho más grande y tiene que mantener la temperatura durante más tiempo.
Y ahí está el quid de la cuestión: cuanto mayor es el volumen, más energía se utiliza. Según Naturgy, Aunque el horno no es el electrodoméstico que más electricidad consume al año (casi un 4% del total), su potencia específica es una de las más elevadas, como lo demuestra el hecho de que se enciende la luz.

Datos y euros sobre la mesa. Los datos de rendimiento ayudan a comprenderlo mejor. Una freidora de aire caliente media tiene una potencia de entre 1.000 y 1.800 vatios, lo que corresponde a un consumo de 0,8 a 1,5 kilovatios hora (kWh) por tiempo de uso, según el modelo y el tiempo de uso. Un horno convencional tiene ahora una mayor potencia, entre 2.000 y 5.000 vatios y un consumo medio de 1 a 1,5 kWh por uso, aunque puede ser mayor con tiempos de cocción prolongados o altas temperaturas.

Para entenderlo mejor conviene echar un vistazo a cuánto cuesta a nuestro bolsillo. Según TotalEnergiesUtilizar una freidora de aire caliente durante media hora cuesta entre 11 y 23 céntimos, según el modelo y la tarifa eléctrica. Un horno eléctrico, en cambio, puede duplicar esta cantidad, especialmente si se utiliza a altas temperaturas o durante más de una hora. Por ejemplo, cocinar un kilo y medio de pollo a 220°C durante poco más de una hora puede costar entre 30 y 40 céntimos. dependiendo de la zona horaria. Y aunque parezca poco, el consumo se multiplica si se utiliza con frecuencia o si se realizan largos procesos de precalentamiento. Además, el horno necesita precalentarse -entre 10 y 15 minutos- y pierde hasta un 25% del calor cada vez que se abre la puerta. según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Pequeños gestos que aumentan el consumo sin que nos demos cuenta.

La CNMC Recuerde que los costos reales Esto depende del precio actual del kilovatio hora (kWh). En 2025, el precio medio interno en España rondará los 0,14 €/kWh, aunque varía significativamente entre las horas punta y valle. Por eso, en lugar de centrarse únicamente en el electrodoméstico, es aconsejable cocinar en las zonas más convenientes o aprovechar el calor residual, pequeños gestos que pueden reducir los costes totales hasta un 20%.

¿Importa el tamaño? Eso es todo El secreto de la freidora de aire caliente: un compartimento compacto que concentra el calor y acorta el tiempo de cocción. Gracias a su diseño hermético y a la circulación constante de aire caliente, alcanza temperaturas de hasta 200 °C en tan solo unos minutos, lo que acorta los tiempos y evita fugas de calor. Por tanto, la freidora de aire caliente supone una enorme ganancia en eficiencia para porciones pequeñas o platos individuales.

Por supuesto, incluso los hornos más modernos han aprendido a ahorrar dinero. Los modelos con clase energética A o B y los modelos de convección con ventilador interno pueden consumir hasta un 60% menos que los modelos antiguos, y cuando se utiliza toda su capacidad – para cocinar varios platos al mismo tiempo o cuando se utilizan bandejas dobles – el coste por ración puede ser muy competitivo.

Más allá de los dispositivos. La eficiencia no depende sólo del dispositivo, pequeños gestos -como no abrir el horno mientras se cocina, aprovechar el calor residual o planificar varias recetas al mismo tiempo- también pueden reducir el consumo de energía. hasta un 30% anual.

Desenchufar los pequeños electrodomésticos cuando no se utilizan evita el “consumo fantasma” y elegir electrodomésticos con etiqueta energética A o B es una inversión que se amortizará en unos meses. En palabras de la CNMCAdaptando el uso a los horarios más económicos se puede conseguir un ahorro de entre el 9% y el 15% de la factura anual.

El futuro está servido. La freidora sin aceite ha democratizado la eficiencia energética en la cocina. Es compacto, limpio, rápido y económico. Pero lejos de desaparecer, el horno conserva su trono como herramienta versátil y robusta para los amantes de la cocina tradicional. Al final el ahorro no depende tanto del dispositivo sino del uso que le demos.

Imagen | FreePik Y Pixabay

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