Hace dos años, la vida en el sector denominado «La Loma de la Manga» en la ciudad sur de Barranquilla se paralizó tras un incidente que dejó una profunda huella en sus habitantes. El temor aún persiste, como si el tiempo estuviera congelado desde el día en que la tierra comenzó a moverse. La tragedia no se debió a un temblor, sino a un deslizamiento de tierra que afectó a aproximadamente 30 familias y puso en peligro a otras 50 más. Este evento ha generado preocupación sobre la seguridad de la comunidad.
De acuerdo a informes emitidos en ese entonces, la Oficina de gestión de riesgos del distrito declaró a mediados de septiembre de 2022 que la situación era crítica, dado que más de 50 casas estaban en riesgo de colapso. Se indicó que 15 de estas estructuras habían sido evacuadas previamente debido a los peligros que representaban. Sin embargo, lo alarmante es que no se trató del primer episodio de esta naturaleza en la región y muchos temen que no será el último, a menos que se implementen acciones decisivas en conjunto con los residentes.
Los residentes del sector de Villas del Rosario están pidiendo soluciones.
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La percepción del riesgo es diaria y los residentes viven bajo la constante amenaza de deslizamientos. Dos representantes de la comunidad, Ronald Pasteco y Felipe Ortiz, han dicho que tras la temporada de lluvias han comenzado a exigir medidas contundentes. Según ellos, la zona sur-occidental incluye áreas como El Rubí, Villa del Rosario, Las Terrazas, y el sector EDEN, entre otros.
El terreno es problemático, con un informe de la Oficina del Defensor del Pueblo que resalta que «la ciudad de Barranquilla se encuentra en el ‘cinturón de Sinú’, que está compuesto por rocas de origen profundo desde la era del Pleistoceno hasta el Holoceno». En años anteriores, estudios realizados entre 1996 y 2011 evidenciaron que los «movimientos de masa» en la pendiente suroeste están determinados por la naturaleza del suelo.
Ronald Pasteco, presidente de la Fundación Icarus, reveló que se han llevado a cabo alrededor de 15 investigaciones técnicas desde 1997 hasta 2014, algunas financiadas por el distrito y otras por entidades nacionales, que han demostrado la complejidad del terreno, pero lamentablemente no han resultado en soluciones concretas para la comunidad.
Este es un panorama en el área de alto riesgo de la ciudad.
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«Los estudios realizados suman más de 68 mil millones de pesos, pero cuando se acude a la administración del distrito, la respuesta es que estos informes están obsoletos y se necesita realizar un nuevo estudio», dice Pasteco. Esta situación no se traduce en una reducción del riesgo que enfrentan los residentes.
Recursos millonarios en los últimos años
Como testimonio de esta tirantez, un hombre de 47 años mencionó que alrededor de 7 a 8 mil millones de pesos son presupuestados anualmente para capacitaciones de líderes locales en gestión del riesgo. Esto se ha vuelto un recurso común, según la misma respuesta del distrito.
«Propusimos construir un muro de retención, realizar labores de relleno y mover árboles, solo para oír que la capacitación de líderes tenía prioridad. Entre 2010 y 2023, se han capacitado a 17.500 ciudadanos, un hecho que es necesario, pero la situación aquí demanda urgentemente atención», expresa el residente.
Los problemas del área son múltiples: carencia de agua potable y desagües adecuados, además de la falta de infraestructura civil que reduzca los riesgos de deslizamientos y erosión. «La situación es complicada, ya que hay varios sectores en estado crítico como Red Loma y La Manga. Muchas áreas están en movimiento permanente bajo estas condiciones», agrega.
Ronald Pasteco también exhortó a las autoridades a desarrollar un primer proyecto para la transferencia o reasentamiento de aquellos que viven en áreas de alto riesgo o afectados por desastres naturales, buscando alternativas a este trabajo comunitario.
Resultados de la encuesta organizados por la comunidad
El monitor de la situación, Felipe Ortiz, director de la Corporación Social y Social de MI People Bacana, presentó los resultados de una consulta realizada a la comunidad afectada. «Con el tiempo, la pendiente sur generó innumerables modalidades de problema social. Realizamos dos encuestas de percepción preguntando a los residentes sobre problemas específicos relacionados con servicios públicos, entre otras inquietudes», explica.
Entre estas inquietudes, Ortiz mencionó la aparición de epidemias, la proliferación de roedores y las dificultades relacionadas con el alcantarillado. Asimismo, destacó la falta de iluminación pública en la zona, lo que ha generado conflictos que incluyen la actividad de pandillas en el vecindario.
Área deslizante en Barranquilla.
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«Además, hemos identificado que los servicios públicos se ven afectados porque, al ser catalogadas como áreas de alto riesgo, las empresas que deben proveer estos servicios a veces se niegan a actuar en estas zonas tras un desastre», comentó Ortiz.
En respuesta a este preocupante panorama, se consultó al alcalde de Barranquilla sobre el control del riesgo en áreas problemáticas. La administración liderada por el alcalde Alejandro Char aseguró que se estaba preparando una declaración al respecto.
En este contexto, los habitantes alrededor de la pendiente sur de la capital del Atlántico esperan que se implementen medidas de prevención de desastres en este año, con la esperanza de poder recuperar un sentido de seguridad y tranquilidad.
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Deivis López Ortega
Corresponsal de tiempo – Barranquilla
Wx: @dejholopelz
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