Por: David Álvarez
Ciudad de México, 29 de septiembre (ef) .- Conseguir conciencia sobre el cambio climático es cada vez más difícil en el mundo en el que vivimos, uno en el que la activista colombiana Mariana Matija decidió dejar de lado las figuras sobre las toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera para escribir sobre su infancia y la relación con su entorno en el libro ‘niña pájaroglaciar’.
«Tienes que leer de manera consistente. La ciencia ha sido muy desorientadora y tiene mucho que ver con cómo interactuamos como sociedad. Hay dos realidades, ese lugar y sensación en la que parece que no está sucediendo nada y obviamente todo el contexto de la crisis ecológica ”, explica en una entrevista con Efe.
Aunque no deja de dar importancia a las cifras alarmantes sobre las que ha informado en numerosas entrevistas o proyectos profesionales en un formato de «comunicación un poco más fea» que su último libro, ‘Niñopájaroglacia’ es su respuesta a la necesidad de escribir sobre cómo una niña pasa de tener un club ecológico a los 7 años a ser diseminador.
Todo parte de una foto vieja, una que mira hacia los glaciares tropicales colombianos de la sala de la infancia de Matija. Ese paisaje ya no existe, así como muchos otros en los que hemos «vivido» y «hemos sido alterados irremediablemente en los últimos años».
«Los hemos transformado y es un cambio muy generalizado en diferentes territorios. Hay un punto muy interesante y con mucho dolor, y es observar esta sensación de distorsión en nuestros recuerdos y obtener las herramientas para poder leer de manera consistente lo que estamos experimentando», dice el autor.
Ese fue el ejercicio que se propuso cuando comenzó a escribir sobre las diferentes aves de ciudades como Medellín, o de los perros que llenaron su infancia de felicidad y ahora no lo son.
«Se trata de comprender cómo interactuamos en este momento de crisis con la naturaleza», dijo.
Para el activista, gran parte de la sociedad no sabe «qué hacer» frente a la crisis climática, pero sobre todo no entiende «cómo acompañar el dolor y la tristeza» de perder esos lugares donde tuvimos contacto por primera vez con el medio ambiente.
«Me estoy aferrando a la belleza que persiste. En medio de la destrucción de todo, la vida encuentra formas de florecer y necesito aferrarme a eso para que mi corazón continúe sentiéndose bonito ”, confiesa.
Entender con el pasado y el presente
Recordar su pasado es cuando Matija se ha encontrado con una nueva audiencia que está cansada de las viejas narraciones sobre el cambio climático a menudo promovido, como detalla, por las mismas compañías que lo generan, una audiencia que «reinventa» junto a ella el presente para comprender el futuro.
«La crisis ecológica se entiende como una conversación sobre el futuro, pero en realidad se trata del presente y el pasado. Hay una sensación de cansancio con las fechas y acuerdos para ese año de los cuales no tenemos control sobre lo que sucederá allí. Sé lo que está sucediendo en este momento y con este momento es con el que necesito relatarme», argumenta.
Con este libro, Matija despega de los números, por lo que los cuida, como cuando traduce lo que significa «el horror de una tonelada de carbono», que la mayoría no sabe qué es. Efusión