Los Macabros Expedientes de María Concepción, «La Bruja Asesina»
Los Macabros Expedientes de María Concepción, «La Bruja Asesina». Durante años, María Concepción Ladino Gutiérrez, conocida como Sor María, caminó entre sus víctimas bajo el pretexto de la fe. Detrás de oraciones y promesas de limpieza espiritual, escondía una violencia fría, calculada y repetitiva.
En su casa de Fontibón recibía a personas agobiadas por deudas o enfermedades y las persuadía para que le dieran dinero o bienes a cambio de rituales que, según él, cambiarían su destino. Nadie esperaba que estas reuniones terminaran en muerte.
Un documental de Discovery Channel sobre su caso, emitido más de una década después de su captura, la retrató como una mujer que dominaba la manipulación psicológica. Su historia, reconstruida a partir de registros judiciales y testimonios, reveló cómo el supuesto guía espiritual fue condenado por asesinato y fraude.
Al ladino no lo impulsaba la pasión ni la venganza. Lo suyo era el dinero. Convencía a sus víctimas de que estaban poseídas por fuerzas del mal y que sólo un «trabajo de limpieza» podía salvarlas. En cada sesión pedía dinero, joyas o escritos, asegurándose de que se trataba de «ofrendas» que debían ofrecerse para abrir el camino a la prosperidad. Una vez consolidada la conexión espiritual, llegó la fase mortal.
La fe como herramienta de poder
La investigación de la Fiscalía muestra que María Concepción Ladino apuntó a personas que atravesaban dificultades económicas o pérdidas familiares. Se presentó como guía espiritual y los persuadió a participar en rituales a cambio de dinero o bienes.
Tomaba benzodiacepinas, que provocan un estado de alienación mental, falta de voluntad e incluso alucinaciones, tanto visuales como auditivas. Gracias a esto logró realizar un ritual, hacer creer a la gente que veía fantasmas y así persuadirlos para que tomaran el dinero y luego los mataran”, dijo Mauricio Vargas, investigador de la Fiscalía, en el documental.
Según la reconstrucción de documentos y análisis criminológicos realizados años después, la ladina era considerada una mujer minuciosa, de carácter dominante y con capacidad de manipular emocionalmente a la víctima.
Los crímenes de María Concepción
Todo empezó hace muchos años, en 1994, cuando María Concepción Ladino se presentó como «Hermana María», una curandera que podía ahuyentar el mal con oraciones y pócimas. En Fontibón la familia creyó en ella. Carlos Julio Montaña, padre de tres hijos, tomó sus baños y pociones, convencido de que lo curarían.
Pero un día fue encontrado muerto, con la garganta abierta y un charco de sangre, lo que marcó el inicio de una serie de crímenes rituales. Santera desapareció sin dejar rastro. Luego la historia se repitió en Bucaramanga. En agosto de 1996 fue encontrada muerta en un vehículo en llamas una mujer: Haydé Sánchez de Flórez (52 años). También buscó un curandero para «liberarla de la maldición». María Concepción le prometió un ritual final para limpiar su alma. Este fue su último encuentro.
Dos años después, en Bogotá, el fraude alcanzó su punto más cruel, pero también el principio del fin de sus espantosos crímenes. Elsa, Lucía y Luisa Estela Bello Clavijo, angustiadas por la muerte de su madre, regresaron con la mujer que prometió curarla con oración y homeopatía. Le exigieron que devolviera el dinero que le habían entregado hace unos meses. Ella fingió aceptación y los convenció de realizar un ritual final «para purificar la energía del dinero». Los tres confiaron en ella y la acompañaron hasta las afueras de la ciudad.
En Paso del Reloj (Nimaima, Cundinamarca), la santera les ofreció una bebida “bendita”. La poción contenía una fuerte pastilla para dormir. Cuando el sueño los venció, María Concepción tomó una piedra y aplastó sus cráneos, uno por uno. Luego los arrastró hasta la orilla del río y los enterró.
“Vecinos del sector dijeron que observaron cuando llegaron estas mujeres y que al ingresar al lugar llamaron la atención con varias velas, lo que indica que muy probablemente se realizó un ritual en este lugar”, recordaron en su momento los investigadores.
La caída de la «bruja asesina»
Su captura, registrada en 1999, fue resultado de una vigilancia conjunta de investigadores y testigos que vivieron sus rituales.
«Lo único que dijo fue que estaba muy enferma, que tenía cáncer. Una mujer arrogante, caminaba con mucha confianza y hablaba muy alto. Nos atacó verbal y físicamente, usando términos peyorativos y groseros», señalaron en el documento algunos funcionarios de la Fiscalía.
Y agregaron que intentó demostrar que era una persona impecable. «Se negó a responder o respondió cosas que no le preguntaron. Lo sorprendente fue que se notó que conocía la pregunta, pero respondió exactamente lo contrario de lo que le preguntaron. Quería dar la impresión de un enfermo mental, lo cual es muy común en este tipo de personas», repitió.
El Juzgado 52 Penal de Distrito de Bogotá condenó a María Concepción Ladino Gutiérrez a 39 años y 11 meses de prisión. El cómplice de la «bruja», Josué Quintín Rincón, fue condenado a 10 años y 6 meses de prisión. La mujer cumplió parte de su condena en el penal El Buen Pastor, pero lo último que se supo fue que se encontraba bajo arresto domiciliario.











