La escritora Ana Campoy, conocida por su obra ‘The Parachute’, destacó que «el término memoria histórica se ha utilizado en España, muchas veces de manera reclamante». En su intervención, Campoy se refirió específicamente a las diversas asociaciones que surgieron a lo largo de la primera década del siglo XXI, cuyo propósito central fue la recuperación de los cuerpos de las víctimas de la dura dictadura de Franco. Estas iniciativas no solo buscan justicia, sino que también desempeñan un papel crucial en la construcción de la memoria colectiva de un país aún lidiando con su pasado.
Campoy continuó su discurso afirmando: «Aunque los conceptos no son perfectos, son matizados (…) es todo el movimiento detrás. Voy a defender el concepto de memoria histórica para todo eso». Esta defensa se inscribe en un contexto donde las heridas de la historia siguen abiertas, y el reconocimiento de las injusticias del pasado es fundamental para el futuro de la sociedad española.
Por otro lado, Agustín Fernández Mallo, autor de ‘Mother of Atomic Heart’, ofreció una perspectiva crítica que cuestiona la noción de la memoria como una categoría estrictamente histórica. Planteó que «la memoria no es un archivo; la memoria es precisamente lo que nunca sucedió». Su opinión sugiere que la memoria, en muchos sentidos, es una construcción subjetiva que trasciende los hechos verificables. Fernández Mallo también expresó preocupaciones sobre el uso político del término «memoria histórica», sugiriendo que podría ser «una forma de guiar ideológicamente a la población».
En su crítica, Mallo argumentó que hablar de «memoria colectiva» resulta «absurdo», ya que «no hay cerebro común para todos». Esta declaración puso de relieve la naturaleza fragmentada de la experiencia humana y cómo cada individuo procesa la historia de manera única. Sin embargo, estas diferencias en la interpretación de la memoria no impidieron que Fernando Aramburu, autor de la aclamada novela ‘Patria’, aclarara su posición sobre la práctica literaria. «Componemos textos ficticios. También intervinimos con nuestra imaginación», afirmó.
A pesar de las variadas posturas, Aramburu reconoció que el término «memoria histórica» puede ser «tendencioso», al señalar que a menudo se impone una «memoria hegemónica», promovida por aquellos con poder y responsabilidad en momentos determinados de la historia. Esta reflexión subraya la necesidad de cuestionar quién cuenta la historia y desde qué perspectiva.
A pesar de sus diferencias conceptuales, los tres escritores coincidieron en la vital importancia de rescatar y dar voz a las historias individuales, permitiendo que el testimonio humano encuentre su lugar en la ficción. «Algo de la verdad humana, creo que rescatamos lo que hacemos», compartió Aramburu, mientras Campoy añadió: «Incluso si es ficción, incluso si estamos hablando de eventos pasados, eso es inherente, no cambia, es transversal. Y la literatura puede manejarlo. Bueno, debes manejarlo».
La charla, una de las más provocativas programadas en el pabellón español, dejó claro que el debate sobre la memoria es tanto válido como complejo en una España que aún vive las secuelas de las heridas del siglo XX. Este análisis compartido por estos tres autores resuena profundamente, invitando a una reflexión amplia sobre cómo recordamos y narramos nuestro pasado.