Irene Escudero
Madrid, 3 dic (EFE).– El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince dice que Vladimir Putin y la invasión rusa de Ucrania fueron sólo “el prólogo” de un mundo donde los “hombres fuertes” y los “viejos imperios vuelven a estar de moda”.
«Lo que noto en el mundo es que Putin fue un prólogo de lo que nos vino después, como si volviéramos a entrar en una época en la que los hombres fuertes, los viejos imperios, la voluntad del más poderoso, la voluntad del que tiene más dinero, el Ejército más grande vuelven a estar de moda», apunta en una entrevista con Efe en Madrid.
Abad define al presidente ruso como «el peor monstruo del mal del siglo XXI» en su último libro, ‘Now and the Time’, que escribió antes de que Donald Trump regresara a la Casa Blanca y comenzara la ofensiva israelí en Gaza.
Considera que de momento nadie le ha hecho sombra porque el líder ruso «ha causado un millón de muertos», pero «(Benjamín) Netanyahu compite bastante de cerca con él».
«La reacción de Netanyahu es criminal, horrorosa y también genocida, pero hubo al menos una provocación brutal por parte de Hamás, que mató de forma salvaje a unos 1.200 civiles y soldados. «Pero Ucrania no cometió ninguna agresión contra Rusia», justifica quien se ha convertido, por casualidad, dos jóvenes editando ‘El olvido que seremos’ en ucraniano, en un defensor de Kiev.
Además, «con la elección de Trump, que siempre ha llamado a Putin ‘mi buen amigo’, un hombre al que admira, (…) es como si realmente quisieran dividir el mundo en áreas de influencia y como si Europa ya no tuviera voz y voto».
La llegada de Trump
Y considera «atroz» y «muy aterradora» la injerencia de Trump, que ha asumido el punto de vista de Putin al «intentar imponer una paz que incluya todos los puntos que Rusia ha defendido».
Pero también denuncia lo que está haciendo el estadounidense con los bombardeos a embarcaciones de presuntos narcotraficantes en un intento de interferir en Venezuela.
«Sin gustarle nada el régimen de (Nicolás) Maduro, que considero ilegal porque le robaron las elecciones, una gran potencia no puede ir a bombardear sin demostrar que son narcotraficantes. «Y si son narcotraficantes, ¿por qué si sobreviven y son detenidos por barcos de la Marina estadounidense no los llevan a juicio?» pregunta.
Al mismo tiempo, critica: «¿Y por qué, si se trata de una guerra contra el narcotráfico, Trump decide hace dos días liberar a un narcotraficante que la justicia estadounidense demostró era un aliado del Chapo Guzmán y que traficaba drogas durante décadas?», en alusión al indulto del expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por la justicia estadounidense a 45 años de prisión por delitos de narcotráfico.
«Es toda una política muy caótica de puros intereses», lamenta.
Una «espina clavada»
Pero, pese a todo, el escritor colombiano no quiere centrarse en la geopolítica. Dice que sólo era «un actor secundario muy pequeño e involuntario» que estaba de paso por Ucrania cuando Rusia decidió bombardear el restaurante Kramatorsk en Donetsk el 27 de junio de 2023, matando a 10 personas, entre ellas la escritora Victoria Amelina, con quien viajaba.
La última vez que contó una historia tan atroz fue el asesinato de su padre, el médico Héctor Abad, en ‘El olvido que seremos’, pero esta historia no podía esperar.
«Yo tampoco quería quedarme 20 años, si vivo eso no lo voy a vivir, con esa espina clavada en la cabeza; Tenía que recordar el crimen de Victoria porque sino me volvería loca. Entonces preferí volverme loca durante un año y pico escribiendo esta historia, deprimirme, sentirme mal, sentir que se me había olvidado hasta la ortografía, la gramática y la sintaxis; «Preferí eso a quedarme callado», confiesa.
Además, Victoria Amelina se había dedicado a documentar crímenes de guerra desde que comenzó la invasión rusa, por lo que sentía «la obligación y la responsabilidad» de documentar lo sucedido, aunque fue «testigo sin querer, involuntariamente, con miedo, sin querer estar ahí».
«Me sentí como si estuviera nadando en un río donde la corriente me llevaba hacia ese momento. Y casi como un destino, ese río que terminó siendo el río de la historia me arrastró hacia ese momento culminante de casi muerte», dice Abad Faciolince, quien en el libro confiesa que cuando ocurrió el ataque tenía la misma edad que su padre cuando lo asesinaron y que no se consideraba digno de vivir más que él.
Pero, afirma, no cree «merecer» «una muerte hermosa, que honra toda una vida» como la de su padre porque fue «arrastrado» a Donetsk: «Ni merezco esa muerte ni la quiero. «Quiero morir como mi madre, de viejo en la cama, rodeado de muchos nietos», afirma.











