El 21 de abril queda marcado por la notable y desgarradora noticia de la muerte de Jorge Mario Bergoglio, un suceso que ha impactado profundamente a los fieles alrededor del mundo y ha llevado a la Iglesia Católica a los preparativos para la elección de su próximo líder espiritual. Esta elección no solo representa un cambio en la administración de la Iglesia, sino que también abre las puertas a una nueva era y a un sinfín de posibilidades sobre el futuro del catolicismo.
Con el fallecimiento de Bergoglio, la Iglesia Católica se ve obligada a iniciar un proceso que culminará en la elección de un nuevo Papa, un evento que se llevará a cabo mediante un ritual ceremonial conocido como el Cónclave. Este evento, con profundas raíces históricas y espirituales, simboliza la unidad y la responsabilidad de los cardenales en la elección de su nueva autoridad.
En el contexto del Cónclave, los cardenales que tienen menos de 80 años (al momento actual, un grupo significativo de ellos) se reunirán en un ambiente hermético en la Capilla Sixtina. Este espacio icónico será cerrado a cal y canto, y permanecerá así hasta que se haya decidido quién será el próximo Papa. Este enfoque casi monástico permite a los cardenales concentrarse en el aclamado acto de votación, desligándose de las distracciones del mundo exterior mientras reflexionan sobre el legado de su predecesor y el rumbo venidero de la Iglesia.
Los cardenales se preparan para este conclave con la solemnidad que corresponde a tal responsabilidad. Durante las primeras etapas del ritual, se produce un aislamiento total; una vez que los cardenales ingresan a la Capilla, la conferencia anula su capacidad de salir hasta que se logre la elección de un nuevo líder espiritual. En febrero de 2025, habrá un total de 138 cardenales en la corte; a ellos les corresponderá emitir su voto. Es importante mencionar que el procedimiento de votación implica un método de escrutinio secreto, en el que se requerirá que un candidato obtenga dos tercios de los votos para ser declarado Santo Padre.
Si tras la primera jornada no se ha alcanzado un consenso, los cardenales realizarán votaciones en múltiples ocasiones durante el día, típicamente programadas en sesiones matutinas y vespertinas. Cada ronda de votación es meticulosa y refleja la seriedad con la que los cardenales abordan sus deliberaciones. Una vez que se logre la elección, se comunicará al mundo con la tradicional señal de humo blanco, indicando que finalmente han llegado a un consenso y que, efectivamente, se ha elegido un nuevo Papa.
En este ciclo de elecciones, entre los candidatos que podrían asumir el papel de Papa, se encuentran figuras destacadas como Raymon Leo Burke (76 años) de los Estados Unidos; Peter Tursson (76 años) de Ghana; el autor Malcolm Ranjith de Sri Lanka; Peter Erdö (72 años) de Hungría; Willem Eijk (71 años) de los Países Bajos; Pietro Parolin (70 años) de Italia; Mateo Zuppi (69 años), también de Italia; y Luis Antonio Tagle (67 años) de Filipinas. Las credenciales y antecedentes de estos potenciales líderes son objeto de un intenso escrutinio y análisis, ya que cada uno trae consigo una visión única de cómo podría avanzar la Iglesia en los años venideros.