





Ha pasado más de medio siglo desde que un ser humano dejó su última huella en el polvo lunar. Medio siglo de avances tecnológicos increíbles en la Tierra y en la órbita terrestre, pero de una inquietante calma en nuestro satélite natural. Ahora que esa larga pausa está llegando a su fin, toca refrescar el programa Apolo: ¿Cuántas veces hemos visitado la Luna? ¿Cuántos humanos han caminado sobre ella? Y la pregunta del millón: si ya fuimos, ¿por qué tardamos tanto en volver?
Ahora que la NASA ha pisado el acelerador de su programa lunar Artemisa, y ante la inminente llegada de nuevas potencias espaciales como China, que ha liderado las misiones robóticas a la Luna de la última década, vamos a repasar las cifras, las misiones clave y las razones por las que la exploración lunar tripulada quedó en pausa, así como los planes en marcha para regresar.
Cuántos viajes a la Luna se han hecho
Desde finales de los años 50 hasta el día de hoy se han lanzado más de 140 misiones lunares. Esta cifra incluye todos los lanzamientos, tanto robóticos como tripulados, que han llegado a la órbita de la Luna o a su superficie, ya sea con un alunizaje suave o impactando en el suelo lunar.
La enorme mayoría son misiones no tripuladas. Incluyen sondas robóticas como orbitadores, módulos de aterrizaje y rovers autónomos. En la carrera espacial fueron enviadas por la NASA, que desarrolló los programas Pioneer, Ranger, Surveyor y Lunar Orbiter, así como por la extinta Unión Soviética, que desarrolló las sondas Luna y las cápsulas Zond. En los últimos años, países como Japón, China, India e incluso empresas privadas han conseguido llegar a la Luna sin tripulación.
Los albores de la exploración lunar fueron una rápida sucesión de hitos sin precedentes. El primer impacto lunar lo logró la Unión Soviética con la sonda Luna 2 en 1959, y el primer alunizaje suave lo consiguió también la URSS con la sonda Luna 9 en 1966. Estados Unidos respondió con programas robóticos propios que ayudaron a mapear la superficie lunar y ensayar tecnologías de alunizaje antes de arriesgar vidas humanas. Gracias a esta acumulación de experiencia, a finales de los 60 fue posible intentar lo que hasta entonces era un sueño: llevar astronautas a la Luna.
La NASA envió nueve misiones tripuladas a la Luna entre 1968 y 1972, como parte de su programa Apolo. Son solo una pequeña fracción de todos los lanzamientos lunares, pero a la vez una de las hazañas más memorables que ha conseguido la humanidad, y el golpe de efecto que necesitaba Estados Unidos para ganar la primera carrera espacial.
Nadie ha pisado la Luna desde entonces. Hemos visto hitos importantes, como la misión china Chang’e 6, que trajo a la Tierra las primeras muestras de la cara oculta del satélite. Pero no hay nuevas huellas humanas en el regolito lunar. Ni conocemos aún el nombre de la próxima persona en pisarla.
El selecto club de los que han pisado la Luna
Es el club más exclusivo de la historia: solo 12 personas han caminado sobre la Luna. Todas ellas astronautas del programa Apolo de la NASA. Y en concreto, de seis de las siete misiones que tuvieron lugar entre 1969 y 1972: Apolo 11, 12, 14, 15, 16 y 17. En cada una de ellas, dos tripulantes descendieron a la superficie lunar mientras un tercero seguía orbitando el satélite desde el módulo de mando.
Antes hubo otras misiones Apolo que llegaron a la Luna, pero nunca la pisaron. La tripulación de Apolo 8, formada por Frank Borman, James Lovell y William Anders, se convirtió en la primera en orbitar la Luna en la Navidad de 1968. En mayo de 1969, la misión Apolo 10, con Thomas P. Stafford, John W. Young y Eugene A. Cernan, realizó un ensayo general completo de lo que sería el primer alunizaje, descendiendo con el módulo lunar a apenas 14 kilómetros de la superficie.
La primera vez que un ser humano pisó el suelo lunar fue el 20 de julio de 1969, cuando Neil Armstrong bajó por la escalera del módulo Eagle de la misión Apolo 11, seguido por Buzz Aldrin minutos después. La última vez fue en diciembre de 1972 con la misión Apolo 17, tras la cual ningún humano ha vuelto a la Luna.
Todos los astronautas que caminaron por la superficie lunar fueron hombres, en su mayoría pilotos militares, con la excepción de un geólogo. Aunque cada misión tuvo su peculiaridad, todos realizaron actividades extravehiculares que iban desde recoger rocas hasta experimentos científicos, dejando herramientas, banderas y huellas imborrables en el regolito gris del satélite.
Todas las misiones lunares con alunizaje
Aunque ocurrió en un lapso increíblemente corto, apenas tres años, este selecto grupo de misiones forma parte de una de las mayores hazañas tecnológicas de la historia. Sin olvidarnos de la mítica Apolo 13 de 1970, en la que James Lovell y Fred Haise no pudieron alunizar por un fallo técnico. Junto al piloto del módulo de mando, Jack Swigert, la tripulación logró regresar con vida a la Tierra gracias a una peligrosa maniobra de emergencia alrededor de la Luna.
Apolo 11 (1969)
La misión que lo cambió todo. En julio de 1969, Apolo 11 logró que los estadounidenses Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieran en los primeros seres humanos en pisar la Luna, mientras Michael Collins permanecía en el módulo de mando.
El objetivo principal de Apolo 11 era cumplir la promesa que el presidente estadounidense John F. Kennedy propuso en 1961: llegar a la Luna antes de que terminara la década, demostrando la superioridad tecnológica de Estados Unidos en plena Guerra Fría. La Unión Soviética ya había puesto en órbita al primer ser humano, Yuri Gagarin, y preparaba en secreto su propio alunizaje lunar, pero la NASA se acabó adelantando.
Apolo 11 aterrizó en el Mar de la Tranquilidad, una llanura basal tranquila donde los astronautas plantaron la bandera estadounidense, desplegaron experimentos científicos sencillos (como un retroreflector láser y un sismógrafo) y recolectaron 21,5 kg de muestras de rocas y polvo lunar.
Neil Armstrong pronunció la famosa frase «Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad» mientras daba el primer paso en la Luna. Dos horas y media después, despegaron hacia el módulo de mando y regresaron a la Tierra, marcando un hito sin precedentes en la exploración espacial.
Apolo 12 (1969)
El segundo alunizaje tripulado tuvo lugar apenas cuatro meses después de Apolo 11, el 19 de noviembre de 1969. Pete Conrad y Alan Bean demostraron que el primer alunizaje no había sido un golpe de suerte. Tocaron suelo con precisión en el Océano de las Tormentas, a solo 160 metros de la sonda Surveyor 3, que había llegado años antes. Richard Gordon se quedó orbitando la Luna.
Durante sus dos sesiones de caminata lunar, Conrad y Bean recorrieron a pie el camino hasta la sonda Surveyor, inspeccionándola y desmontando piezas, como su cámara, para traerlas de vuelta a la Tierra, convirtiéndose así en los primeros «arqueólogos espaciales». El análisis de cómo los dos años en la Luna habían afectado a los componentes aportó datos valiosos sobre el entorno lunar.
Tras una estancia de alrededor de 31 horas en la superficie, los tripulantes de Apolo 12 recogieron 34 kg de muestras lunares y tomaron un buen montón de fotografías. La misión es recordada por el sentido del humor de los astronautas protagonistas. Especialmente de Pete Conrad, quien hizo un comentario sobre su baja estatura al saltar del módulo lunar a la Luna.
Apolo 14 (1970)
Después del dramático intento de alunizaje de Apolo 13, la misión Apolo 14 retomó con éxito los viajes estadounidenses a la Luna. En febrero de 1971, el módulo lunar Antares aterrizó en la formación Fra Mauro, el objetivo original de la misión anterior. Los astronautas que descendieron a la superificie fueron Alan Shepard y Edgar Mitchell. Stuart Roosa se quedó en el módulo de mando.
Entre los objetivos de Apolo 14 estuvo investigar la geología de la zona, un terreno ondulado formado por los materiales que expulsó el impacto de un meteorito. Shepard y Mitchell realizaron dos paseos lunares y recolectaron casi 43 kg de rocas, incluyendo muestras profundas que obtuvieron con un taladro.
El momento más memorable de la misión ocurrió cuando Alan Shepard, el primer estadounidense en viajar al espacio, se puso a jugar al golf en la Luna. Shepard golpeó dos pelotas de golf usando una herramienta como palo. Ahora ambas forman parte del inventario de cosas que hay en la superficie lunar.
Apolo 15 (1971)
En julio de 1971, Apolo 15 inauguró una racha de misiones más científicas. David Scott y James Irwin alunizaron cerca de Hadley Rille, una grieta en la base de las montañas Apeninas de la Luna. Los astronautas pasaron casi tres días en la superficie mientras Alfred Worden esperaba en el módulo de mando.
La misión Apolo 15 incluyó por primera vez un rover lunar, el vehículo que permitió a los astronautas desplazarse varios kilómetros desde su nave para recoger muestras de diferentes formaciones. Durante tres exploraciones lunares que sumaron más de 18 horas, Scott e Irwin recorrieron 27 km con el rover y recolectaron 77 kg de rocas, entre ellas la famosa «Roca del Génesis» (un trozo de anortosita de 4.000 millones de años).
La misión también incluyó la famosa demostración en vivo de la teoría de Galileo: Scott dejó caer simultáneamente un martillo y una pluma frente a la cámara, mostrando que sin aire ambos objetos caen a la misma velocidad porque la aceleración gravitatoria no depende de la masa.
Apolo 16 (1972)
En abril de 1972, la misión Apolo 16 continuó con el legado de Apolo 15 desde un entorno distinto: las tierras altas de Descartes. Tras algunos contratiempos, el módulo lunar alunizó con John Young y Charles Duke a bordo, mientras Ken Mattingly siguió en órbita lunar desde el módulo de mando.
El principal objetivo era investigar la geología de las tierras altas lunares, puesto que las misiones previas habían explorado mares basálticos. Los científicos querían saber si estas altiplanicies eran restos de antiguos volcanes o material de impacto de meteoritos. Young y Duke realizaron tres excursiones con el rover, recorriendo unos 26 km en total y recolectando 95 kg de muestras.
Los científicos encontraron que las rocas eran principalmente brechas formadas por impactos, descartando la hipótesis del volcanismo. Apolo 16 midió además campos magnéticos locales que los investigadores no se esperaban, y tomó imágenes del planeta Tierra desde la superficie lunar. Fue también en esta misión cuando Young hizo el famoso «salto del astronauta» en la Luna, rebotando con aparente jovialidad ante las cámaras.
Apolo 17 (1972)
La última misión del programa Apolo tuvo lugar en diciembre de 1972. El alunizaje ocurrió en el valle Taurus-Littrow, una zona escogida por su diversidad geológica. Eugene Cernan y Harrison Schmitt fueron los últimos hombres en pisar la Luna, mientras Ronald Evans los acompañaba desde la órbita.
Schmitt fue el primer científico profesional en la Luna: un geólogo. Junto a Cernan, realizó tres paseos lunares que sumaron más de 22 horas, utilizando el rover para moverse por el valle entre cráteres y montañas. Llevaron a cabo experimentos y recolectaron una cantidad récord de muestras lunares: unos 110 kg de rocas y regolito, entre los que destaca el «suelo naranja» que resultó ser vidrio de origen volcánico.
Apolo 17 también batió otros récords: mayor duración de estancia en la superficie lunar (75 horas) y mayor distancia recorrida con el rover (más de 35 km). Antes de partir, Eugene Cernan pronunció unas últimas palabras: «Nos vamos como vinimos, y si Dios quiere, como regresaremos, con paz y esperanza para toda la humanidad». Fue el último ser humano en pisar la Luna.
¿Por qué no hemos vuelto? La eterna resaca de la carrera espacial
Es la pregunta del millón. Si teníamos la tecnología para hacerlo en los 70, ¿por qué no hemos vuelto en 50 años? La respuesta es un cóctel de motivos geopolíticos, económicos y de prioridades. El programa Apolo fue una consecuencia directa de la Guerra Fría. El objetivo era vencer a la Unión Soviética. Una vez que Armstrong plantó la bandera, el principal motor político y social de los vuelos a la Luna se desvaneció.
Sin motivación política, el coste astronómico de las misiones Apolo no se justificaba. Se estima que el programa costó más de 280.000 millones de dólares, ajustados a la inflación. Mantener ese nivel de inversión sin un objetivo geopolítico claro se volvió insostenible. Los presupuestos de la NASA se recortaron drásticamente tras la última misión.
En busca de nuevos horizontes, la NASA cambió su enfoque hacia objetivos más cercanos y a largo plazo, como el transbordador espacial y la Estación Espacial Internacional en la órbita baja terrestre. Solo ahora se plantea volver a la Luna y establecer allí una base permanente que sirva de trampolín para los futuros viajes a Marte.
El programa Artemisa y la nueva carrera lunar con China
La larga espera está llegando a su fin. Y ya no se trata de plantar banderas, sino de establecer una presencia sostenible en la Luna. Artemisa, el nuevo programa lunar de la NASA, es un plan más ambicioso a largo plazo que Apolo, y está abierto a la colaboración internacional.
Artemisa II, prevista para principios de 2026, será el equivalente a Apolo 8, y la primera misión tripulada a la Luna desde 1972. Cuatro astronautas (incluyendo la primera mujer y el primer canadiense) orbitarán la Luna en una nave Orion, llegando más lejos de lo que ningún humano ha llegado jamás. No alunizará, pero marcará el primer viaje tripulado a la Luna en más de cinco décadas.
Artemisa III, prevista para finales de esta década, será la primera misión con alunizaje. Una nave Orion, en la que participa la Agencia Espacial Europea, llevará a cuatro astronautas a la órbita lunar. Dos de ellos, entre ellos la primera mujer y la primera persona de color en pisar la Luna, descenderán hasta las inmediaciones del polo sur lunar en una Starship de SpaceX.
Dependiendo de los retrasos (Starship no está lista aún para un alunizaje tripulado), China podría adelantarse a Estados Unidos con un alunizaje programado para 2030. La Agencia Espacial Nacional China tiene un programa lunar robusto y metódico, y también planea instalar una base permanente en el polo sur lunar junto a socios como Rusia.
La Luna vuelve a ser el epicentro de la exploración espacial. Esta vez, la carrera no es solo por el prestigio, sino por los recursos, la ciencia y el siguiente gran salto de la humanidad hacia Marte. La cuenta atrás ha comenzado de nuevo.
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