Redacción ambiental, 15 de mayo (ef) .- El compromiso de Colombia de restaurar su vasta y rica tierra con el propósito de mejorar los ecosistemas que la sustentan ha cobrado gran relevancia. Esto se ha evidenciado con la decisión del país sudamericano de organizar un evento en Bogotá, programado para el 17 de junio, en conmemoración del Día Mundial contra la desertificación y la sequía. Esta iniciativa destaca la importancia que Colombia le otorga a la gestión sostenible de sus recursos naturales y su deseo de combatir los retos ecológicos que enfrenta.
La Convención de las Naciones Unidas de Fighting Desertification (UNCCD, por su acrónimo en inglés) ha sido la entidad responsable de anunciar esta sede, resaltando que este evento es crucial para Colombia en su misión de «abordar la degradación de la Tierra a través de soluciones basadas en la naturaleza». La importancia de esta conmemoración radica en su capacidad para crear una conciencia colectiva sobre la necesidad de mitigar los efectos de la desertificación, un fenómeno que afecta empíricamente el bienestar y la estabilidad del planeta.
La celebración tiene como objetivo atraer la atención sobre «la urgente necesidad de expandir la restauración de la tierra como catalizador de sostenibilidad, paz y desarrollo inclusivo». Este lema, que será parte integral del Foro Mundial de Tierras, el cual está siendo organizado por el Gobierno de Colombia, refleja un enfoque integral para abordar los desafíos ambientales y sociales que surgen de la degradación del suelo. El evento se enfocará en la noción de que la restauración de la tierra puede abrir oportunidades significativas para las comunidades afectadas.
El lema de esta edición, «para restaurar la Tierra. Abra las oportunidades», subraya el papel crucial que desempeñan las tierras saludables en garantizar el suministro de alimentos, agua, empleo y la seguridad en general para las comunidades. Estas son áreas clave que requieren atención para asegurar un futuro sostenible y resiliente para las generaciones venideras.
30 % de las tierras colombianas, afectadas
Desafortunadamente, la degradación de la tierra está afectando a casi el 30 % del territorio de Colombia, lo que equivale a aproximadamente 34.39 millones de hectáreas. Ante este preocupante panorama, las autoridades colombianas han establecido un ambicioso objetivo: para el año 2030, esperan restaurar 100,000 hectáreas de tierras degradadas, así como conservar 22,000 hectáreas de bosque seco, expandir sistemas agroforestales sostenibles y apoyar a las comunidades rurales a través de diversas iniciativas de restauración específicas y accesibles.
Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la UNCDDC, enfatizó la seriedad de la situación al anunciar la sede del evento, advirtiendo que «la degradación de la tierra constituye una amenaza directa para la salud, la seguridad alimentaria y del agua, así como la estabilidad de las sociedades en todo el mundo». Este comentario resalta la importancia de actuar de manera urgente frente a la pérdida de tierras saludables, ya que su pérdida afecta la nutrición de las poblaciones, incrementa el riesgo de enfermedades y expone a las comunidades a crisis climáticas y económicas.
Además, la ministra de agricultura y desarrollo rural de Colombia, Martha Viviana Carvajalino, ha promovido lo que ella considera «un imperativo urgente» y ha delineado que su enfoque se basará en tres pilares fundamentales: «La conservación y restauración del suelo, sistemas agrícolas sostenibles, justos y resilientes, y la mejora de la calidad de vida en las zonas tanto rurales como urbanas». Esta visión integral es vital para abordar las múltiples facetas de los retos relacionados con la tierra.
«Sin tierra fértil, no hay comida; sin comida, no hay paz», concluyó, dejando claro que la salud de la tierra está íntimamente ligada a la estabilidad social. La degradación de la tierra, junto con la sequía y la desertificación, representa un desafío considerable, le costó a la economía global aproximadamente 878,000 millones de dólares al año, según la Convención, que enfatiza que «el ritmo y la escala de la restauración permanecen muy por debajo de lo necesario». Este es un llamado a la acción para todos los países, instando a la colaboración internacional en torno a este tema crítico.
Desde 1994, el Día Mundial de la Desertificación y la sequía se celebra cada 17 de junio, un recordatorio anual de la importancia de la tierra y la necesidad de gestionarla correctamente para el bienestar de todos. Efe