La exposición busca reflexionar sobre el papel que los grupos independientes tienen en la definición y el reconocimiento de estas prácticas artísticas, que a menudo se desarrollan fuera de las instituciones culturales tradicionales, indicaron los organizadores.
La curadora estaba a cargo de Carolina Sanz, un investigador y gerente venezolano con sede en Colombia, que ha dedicado más de una década a documentar y graffiti visible en varios países latinoamericanos.
«Es un compromiso reconocer la capacidad del arte urbano para activar espacios y promover la participación ciudadana. Estas iniciativas reafirman que su derecho a existir ya ocupa historias de aquellos que históricamente han sido excluidos «, explicó Sanz en la declaración de presentación.
La exposición es parte del programa cultural de 2025 de la Fundación Nancy Kotal en Cortés, una organización que promueve proyectos artísticos, educativos y culturales que buscan acercar el arte contemporáneo a las nuevas audiencias.
Bogotá es reconocido como una de las capitales latinoamericanas con la mayor producción y diversidad del arte urbano, con murales que convierten las fachadas en quejas estéticas, memoria y soporte de experimentación.
Desde intervenciones comunitarias de Long -Breath hasta archivos digitales que documentan obras efímeras, la capital colombiana ha visto en la última década un auge de proyectos independientes que reclaman su legitimidad como manifestaciones artísticas. Efusión