Vásquez: la literatura es una especie de rebelión, no cambia el mundo sino las conciencias – Colombia informa

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Almudena Casado

Santo Domingo, 30 de junio (Efe).– El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez cree que la literatura es «una especie de rebelión» contra los intentos de imponer su historia a la sociedad y, aunque «el mundo no cambia, las conciencias cambian».

En una entrevista con Efe en Santo Domingo, donde este fin de semana participa en la primera edición del Festival Mar Mar, Vásquez afirma que, aunque la literatura no tiene una incidencia directa al intervenir en la situación del mundo, «sí, cambia las conciencias, cambia a la persona» y esto «, en su desempeño ciudadano, tiene un impacto en la vida política de un país».

«La vida política es siempre, siempre un intento que hace poder, esa entidad abstracta que llamamos poder, para imponer una historia sobre sociedades, estamos viendo que todo el tiempo (…) Potencia política, los tonos más autoritarios adquieren, más sin escrúpulos es en el intento de imponer su verdad», dice el autor de ‘El ruido de las cosas cuando cayendo’ (2011).

Y en este punto, la literatura se presenta como «una especie de rebelión contra esa posición», como «una disidencia», como «una forma en que nuestras sociedades tienen que levantar la mano y decirle al poder ‘usted mientes’, ‘olvidas esto», agrega.

Para Vásquez, «la literatura es un dispositivo de ficción, que son como mecanismos de defensa que la sociedad tiene para contrarrestar las mentiras que provienen del exterior».

Como el título de su libro, considera que es importante «mirar hacia atrás» porque, como dijo Carlos Fuentes, «no hay un futuro vivo con un pasado muerto»: «Las sociedades latinoamericanas constantemente necesitan revisar nuestro pasado para defenderlo de las versiones interesadas, mentiras, distorsionadas y, de alguna manera, recuperar el control del pasado por el pasado por nosotros, ciudadas.

Colombia y «la oportunidad perdida»

Cuando se le preguntó sobre la situación en Colombia y el reciente ataque contra el candidato presidencial Miguel Uribe Turbay, Vásquez no está claro si la historia se repite o «si es la misma historia que se alarga», porque ese ataque, «deplorable y desde cualquier punto de vista condenable», inevitablemente le recuerda a acciones similares en medio que creció.

Estas situaciones son parte de «una Colombia que pensamos que habíamos dejado atrás y el hecho de que estos crímenes regresan, es profundamente preocupante y un testimonio más del tipo de desintegración de la sociedad colombiana a la que asistimos», lamenta.

En su opinión, «estamos viviendo en cierto sentido la consecuencia de nunca haber cerrado definitivamente las heridas de violencia previa (…) Estamos asistiendo a la oportunidad desperdiciada de acuerdos de paz exitosos», las firmadas en 2016 entre el gobierno y las fuerzas armadas revolucionarias de Guerrillas de Colombia (FARC) para terminar medio siglo de conflicto.

Pero las críticas y ataques contra esos acuerdos de una parte de la sociedad política «terminaron socavando su poder, sembrando desconfianza en los ciudadanos y, por lo tanto, no hemos logrado aplicarnos por completo. Esta es una oportunidad perdida para Colombia ».

Ya a nivel de América Latina, Vásquez cree que los países «pasan por un momento difícil para romper los diálogos entre los ciudadanos, romper la conversación política» y «nuevos acuerdos sociales, se necesitan nuevos contratos sociales. Pero no veo que hay mucha voluntad (…), son sociedades terriblemente polarizadas que no encuentran un camino para cerrar las heridas», para establecer diálogos.

El examen del pasado

Para Vásquez, el del novelista y el del periodista son «dos formas muy diferentes, casi opuestas, de mirar el mundo»: el columnista escribe porque «tiene breves certezas, porque ve algo que juzga que es necesario decir o que no puede callarse, y el novelista» escribe por qué no conoce, escribe del sentimiento de ignorancia, que el mundo es complejo, es mucho más complejo de lo que es más complejo de lo que pensamos, es más complejo de lo que pensamos, es más complejo de lo que pensamos, es de sí mismo, de la oscuridad. Contradicciones, de ambigüedades.

En su caso, él, como escritor, trata en sus novelas para hacer una especie de reparación de la relación con «el mundo que nos rodea, con la sociedad en la que estamos, con el pasado, que es tan importante entender dónde estamos y saber a dónde vamos».

Una de sus «obsesiones» como novelista es el examen del pasado, «de ese lugar donde las fuerzas políticas, de la historia, las fuerzas sociales entran en la vida íntima de los personajes».

Eso es lo que siempre ha estado interesado en tratar con sus obras, y «los que vengan también hablarán sobre los lugares que llamamos, que llamamos historia», concluye al autor de ‘The Names of Feliza’ (2025) y ‘La forma de las ruinas’ (2015). Efusión

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