En el corazón del sur de Bolívar, una región históricamente plagada de violencia, La esperanza está plantada en 32.000 hectáreas.
Mientras las armas de los grupos armados ilegales (GAI) desafían el control de las rutas del narcotráfico y la extracción de oro, más de 850 familias campesinas de Morales y Arenal han enarbolado la bandera de la resistencia civil: la constitución del Territorio Campesino Agroalimentario (TECAM) “Paz y Soberanía de la Serranía de San Lucas”.
Este hito organizacional, apoyado por la Agencia Nacional de Tierras (ANT), es una respuesta concreta y colectiva al conflicto que, según los líderes locales, los ha condenado históricamente al desplazamiento y el abandono.
Una región rica en recursos atrapada por la violencia
Campesinos del sur de Bolívar Foto:HORMIGA
La Serranía de San Lucas, corredor estratégico rico en minerales y biodiversidad, es hoy un campo de batalla. Los municipios del sur de Bolívar, incluidos Morales y Arenal, han sido clasificados como de alto riesgo de violaciones de derechos humanos.
Disputa territorial y alquiler ilegal: El conflicto se intensifica por el control de las rutas mineras ilegales y el contrabando de drogas. Las disputas giran principalmente en torno a las estructuras disidentes de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC o Clan del Golfo), que se enfrentan constantemente.
Crisis humanitaria en curso: Esta guerra territorial no sólo ha dejado un legado de masacres y asesinatos selectivos, sino que también ha creado una crisis humanitaria que se está traduciendo en desplazamientos masivos y cierres.
Informes recientes de la Defensoría del Pueblo muestran que miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus comunidades en los últimos meses.
Las comunidades viven con miedo a las «normas de conducta» impuestas por el GAI, la extorsión y la instrumentalización de menores.
La situación empeora en torno a Arenal y Moralesdonde el fuego cruzado obliga a los agricultores a esconderse detrás de los muros de sus modestas casas, deteniendo la producción de alimentos y limitando el acceso a los servicios básicos. En este panorama de terror, el Plan para una Vida Digna aparece como un acto de soberanía ciudadana.
TECAM: la producción como forma de resistencia
Felipe Harman, director de ANT en el sur de Bolívar Foto:HORMIGA
Durante una audiencia pública realizada en la ciudad de Micoahumado, más de 650 familias campesinas aprobaron un plan para una vida digna. Este plan, desarrollado a lo largo de un año de trabajo conjunto con la ANT, tiene como objetivo no sólo titularizar y formalizar tierras, sino también construir una nueva institucionalidad rural basada en la paz.
Liliana Reyes, miembro del comité TECAM, destacó la principal motivación del proyecto: “Este proceso nació como resultado del conflicto armado que vivimos en esta región… nuestra identidad es la producción campesina y la protección del medio ambiente”.
Claves para un plan de vida digno:
Micoahumado: El ejército ingresó a esta ciudad a principios de 2025 en Bolívar, donde había una prohibición Foto:ejercito nacional
1. Soberanía alimentaria y economía campesina: TECAM formalizará la producción de cultivos de cacao, café, caña de azúcar y pancoger. Incluye 42 proyectos sociales, entre ellos la creación de una escuela de soberanía alimentaria campesina y un fondo solidario.
2. Paz y justicia territorial: El plan aborda directamente la necesidad de justicia y paz, buscando transformar un territorio en guerra en una región productiva.
3. Protección de durabilidad: El director de la ANT, Juan Felipe Harman Ortiz, destacó que la figura pretende ratificar el «legítimo derecho a la permanencia, la producción y los sueños» de los campesinos, reconociendo su papel en la sostenibilidad de la reforma agraria en zonas de alta conflictividad.
TECAM “Paz y Soberanía” abarca 13 distritos y tiene una superficie de 32.000 hectáreas, demostrando la capacidad de los residentes para hablar a pesar de las continuas amenazas. Líderes como Pablo de Jesús Santiago ven este modelo como una forma de ejercer soberanía sobre la tierra y el desarrollo.
El mensaje que envía el sur de Bolívar es claro: si bien el Estado enfrenta el enorme desafío de garantizar la seguridad de las personas en este territorio, son los campesinos, gracias a su organización y resiliencia, quienes están dando los pasos más duros hacia una paz construida desde abajo. El siguiente paso es la creación final de TECAM por parte de ANT; un proceso que esperan realizar para proteger su proyecto de una vida digna del embate de la guerra.
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Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
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