El director artístico del certamen, Juan Pablo López, explicó a Efe en Bogotá que esta edición marca la madurez del evento, nacido hace más de una década de la fusión del Festival Caliendanza y el antiguo Festival de Arte de Cali.
«La Bienal ha alcanzado su tamaño ideal, tanto a nivel programático como ecológico. Este año no imprimimos nada: toda la programación es digital, es nuestra primera Bienal verde”, destacó.
Entre el 11 y el 17 de noviembre, el público podrá asistir a 28 presentaciones en diferentes escenarios de la ciudad, donde se unen expresiones que van desde la danza europea contemporánea hasta las tradiciones ancestrales de los pueblos originarios de Colombia.
El Enfoque Internacional, desarrollado junto al Instituto Ramón Llull, estará dedicado a Cataluña (España), una región que López describe como «un enorme centro de producción de danza, con una visión que integra pasado, presente y futuro».
Participarán figuras como Àngels Margarit, exdirectora del Mercat de les Flors, que presentará ‘Obelisco 505’ y realizará una práctica de transmisión con bailarines caleños, y la compañía La Veronal, de Marcos Morau, reconocida por su estética multidisciplinar y encargada de abrir el evento con su obra ‘Sonoma’.
El concurso incluirá una retrospectiva de la videoartista Núria Font, pionera de la videodanza catalana, y un proyecto de residencia cruzada entre creadores de Fira Manresa e Incolballet, que se cerrará con una exposición en la Bienal.
Junto al enfoque catalán, la programación incorpora un Enfoque Regional dedicado a los pueblos indígenas de Colombia, con obras que parten de sus cosmogonías y se crean en colaboración con comunidades y colectivos locales.
«No se trata de anular sus tradiciones, sino de trabajar juntos y respetar sus movimientos y sus propios tiempos», subrayó López.
La Bienal contará también con compañías de Francia, México, Brasil, Suiza, Alemania, España y Guadalupe, así como el Caribbean Focus, que explora nociones del cuerpo en esa región a través de coreógrafos de Cuba, Guadalupe y Colombia.
López considera que Cali «ya no es sólo la ciudad de la salsa», sino «una ciudad que se baila en muchos idiomas».
«Aquí conviven la danza urbana, el ballet, el folklore pacífico y la danza contemporánea. La Bienal ayuda a reconocer esa diversidad y formar un público que respete a todos los géneros”, afirmó.
