Susana Madera
Quito, 9 nov (EFE).- Miles de fanáticos esperaron este sábado -algunos más de ocho horas- para ingresar al primero de los tres conciertos de la cantante colombiana Shakira, en la capital ecuatoriana, Quito, en inmensas filas donde se podían ver pelucas rosas y moradas, diademas y todo tipo de artículos alusivos a la cantante.
Y mientras se ultimaban los detalles del primer concierto dentro del Estadio Olímpico Atahualpa, el evento empezó a tomar forma mucho antes de que Shakira subiera al escenario.
Con una peluca rosa y una sonrisa desbordante estaba Viviana, de 28 años, quien llegó desde la ciudad costera de Guayaquil (suroeste) para el concierto de la gira ‘Las Mujeres ya no Llorn’ de Shakira, de la que es fan desde hace quince años porque sus hermanos mayores también lo son de la cantante.
Viviana dijo a Efe que pagó unos 300 dólares por los billetes de avión, aunque «en un día normal son unos 150», y aunque para financiarlo cree que «Dios proveerá», también ahorró cautelosamente durante varios meses porque «los mejores conciertos siempre vienen a Quito».
«Llegué el miércoles porque si venía un día antes (del concierto) era más caro», dijo la persona que prefirió quedarse con amigos porque los alojamientos que averiguó eran de hasta $200 por tres días.
Shakira «es un ícono mundial que representa el empoderamiento femenino. Me sorprendió porque en 2018, cuando vino a Guayaquil, la sensación no fue tan grande y ahora ha conmovido a mucha gente de provincias», dijo.
En efecto, Elizabeth, de 53 años, llegó desde Machala, provincia de El Oro, fronteriza con Perú, en un viaje en autobús que duró catorce horas debido al tráfico y otros obstáculos.
Se confiesa fan «de toda la vida» de Shakira, a quien admira «su forma de ser». La inteligencia de esta chica es muy buena y el baile es evidente.
«Estamos muy ilusionados, ya llevamos unas dos horas de espera», dijo a Efe cuando faltaban más de cinco horas para que comenzara el concierto que precede al del domingo y al martes próximo.
«Estamos preparados para el sol, la lluvia y todo lo que venga», dijo bajo un cielo nublado, pero que por momentos permitía ver el sol.
Para Elizabeth, Shakira es una «mujer luchadora, que siguió adelante con sus hijos» luego de separarse de su esposo, por lo que la describe como «un ejemplo para todos aquellos que han pasado por ese inconveniente».
Trasciende generaciones
En el animado grupo de Elizabeth, en el que cantaron canciones de Shakira a todo pulmón, estaba Luisana, de 17 años, quien cree que la cantante ha trascendido generaciones porque en sus canciones aborda temas que tocan a todos: el amor, el desamor, la alegría, la tristeza y el empoderamiento.
Y si trasciende generaciones, también géneros. A sus 33 años, Fernando llegó desde la costera provincia de Manabí para el concierto, para el cual está «preparado desde 2004», cuando escuchó por primera vez canciones del disco ‘Laundry Service’… «Allí me encantó y de ahí me enamoré», dijo a Efe.
Con una peluca de colores y una remera con la figura de la cantante, Fernando no pudo especificar qué es lo que más le gusta del barranquillero: «Me gusta todo», dijo el fan ecuatoriano de ‘Antología’ por el «hermoso mensaje de amor», pero también por «Acróstico», en el que Shakira canta con sus hijos «porque muestra cómo ha superado la separación, se muestra fuerte. Él sigue adelante y no se deja caer». sobre ella.»
«moda shakira
Fanática desde los 12 años, Soraya, de 54 años, supo de Shakira por primera vez cuando su padre le regaló un casete con su música.
«Me gusta que ella sea latina como nosotras. «Me identifico con su forma de ser, es una persona súper genuina», afirmó quien «compartió» con Shakira uno de los momentos más importantes de su vida.
Tras realizar el último examen en su universidad, lo primero que escuchó al subir al vehículo fue ‘Un poco de amor’, de Shakira. “Subí el volumen y dije: ‘Finalmente terminé la universidad y fue con Shakira’. Fue mi inspiración y lloré y lloré de emoción», afirmó.
Y mientras Soraya recordaba emocionada su ‘historia’ con Shakira, decenas de policías vigilaban la seguridad ciudadana en los alrededores del estadio, donde familias enteras y turistas esperaban pacientemente, mientras vendedores ambulantes ofrecían camisetas, diademas y carteles de la artista.
Además, diademas, gorros y caderillas, esas famosas telas con lentejuelas brillantes que emiten un sonido al mover las caderas, tan propias de uno de los bailes de Barranquilla. EFE











