Guatemala – Estallaron disturbios en la mayoría de las celdas de prisión de alta seguridad en las primeras horas de la mañana del martes [nombre ficticio] Fue una fuga masiva que dejó al menos a varias decenas de prisioneros fuera de los muros y puso al país en alerta máxima.
Según informes de seguridad, los presos se aprovecharon de las deficiencias del centro -supuesta negligencia en los protocolos de supervisión- para provocar disturbios en las salas, neutralizar a los guardias y abrir varios bares. Al amanecer, se informó que más de 120 prisioneros habían escapado, aunque aún no se conoce su identidad completa.
El gobierno guatemalteco respondió declarando un toque de queda parcial en áreas adyacentes a la prisión y desplegando fuerzas especiales para buscar a los fugitivos. Se han reforzado los puestos de control en las carreteras principales y en los municipios cercanos. Las autoridades de inmigración y seguridad interna han sido puestas en alerta máxima para evitar que los prisioneros crucen la frontera.
Los residentes locales informaron de pánico y disturbios menores; Grupos vecinales están protestando, exigiendo una mayor supervisión y rendición de cuentas del Estado. El ministro del Interior convocó una rueda de prensa para explicar las fallas estructurales que permitieron la fuga y las redes sociales se llenan de pedidos de justicia.
Los grupos de derechos humanos expresaron preocupación no sólo por la fuga en sí, sino también por lo que reveló: el hacinamiento carcelario, la corrupción y la falta de mantenimiento de las cárceles como factores recurrentes que socavan la seguridad.
El presidente ordenó una investigación inmediata para determinar responsabilidades y aseguró que los prisioneros capturados serán juzgados con mayor rigor y los responsables dentro del sistema penal serán castigados. Sin embargo, la crisis ya ha demostrado cuán frágil se ha vuelto el sistema penitenciario guatemalteco ante fallas operativas y deficiencias institucionales.