Bogotá, 9 de mayo (Efe).– En una reciente entrevista con Efe, la escritora española Julia Navarro subraya la figura crucial de las mujeres en la narrativa histórica, aunque su presencia no siempre sea reconocida. En su novela ‘The Child que perdió la guerra’, Navarro presenta una historia que gira en torno a dos protagonistas que habitan bajo sistemas dictatoriales, uno bajo el régimen soviético y el otro bajo el franquismo en España.
La autora comenta: «Estaba pensando en una historia (…) en la que hablaría sobre lo que significan los regímenes totalitarios, independientemente del color que asumen, porque el papel de estas dos mujeres (Cleotilde, la española, y Anya, la soviética) me parecía fundamental para contar mi historia». De esta manera, expone: «Las mujeres son parte de la historia, siempre hemos estado presentes, aunque no siempre se ha reconocido nuestra existencia. Sin nosotras, no hay historia».
El papel de la creatividad en la adversidad
Una de las fuentes de inspiración que motivaron a Navarro en la creación de su obra más reciente fue la figura de Anna Ajmatova, una destacada poeta rusa cuya obra es recordada por su crítico rechazo al régimen de Iosif Stalin durante la primera mitad del siglo XX. “Escribí este libro porque hace 40 años descubrí a una poetisa como Anna Ajmatova, quien me llevó a reflexionar sobre la profunda pérdida de libertad que enfrentan los creadores, escritores, pintores y todos aquellos que se dedican a la manifestación artística”, explica Navarro.
Los personajes de su novela, Cleotilde y Anya, son un reflejo del descontento que experimentan ante la desesperanza y la violencia propias de vivir en dictaduras, mostrando cómo estas han despojado a muchos de sus sueños y en el caso de Cleotilde, incluso le han arrebatado a su hijo, Paul.
Desarraigación
Otro de los temas centrales que Navarro explora en este libro, que es recurrente en su obra, es el sentido de desarraigo. La escritora sostiene que «el problema de la inmigración no solo es político o económico; es, ante todo, un problema humanitario». De este modo, busca que su voz se convierta en la voz de aquellos que han sido silenciados.
“Hay miles de personas en todo el mundo que huyen (…) que abandonan sus países, dejando atrás sus hogares, sus familias, sus vidas, todo debido a la violencia, la guerra, el hambre y la miseria. Comprender lo que eso significa es absolutamente crucial”, afirma.
Navarro resalta que «muchas personas llegan a las puertas de Europa» y considera que resulta fundamental cuestionar cómo se les recibe, porque es imperativo ponerse en el lugar de quienes deben dejar todo atrás. “Debemos empatizar con aquellos que se encuentran en la terrible situación de despedirse de lo que ha sido su vida y aprender nuevas costumbres, idiomas y culturas en el nuevo país que alcanzan. Si reflexionamos sobre su experiencia, producirá un estremecimiento en nosotros, ya que se encuentran enfrentando un desafío titánico al que no podemos responder con falta de humanidad», explica.
Guerras olvidadas
La escritora recuerda que no solo se libran guerras en Ucrania y Gaza; existen más de 20 conflictos activos alrededor del mundo que están afectando a niños inocentes, quienes buscan visibilizar su sufrimiento ante una sociedad a menudo indiferente.
“Olvidamos la mirada de tantos niños en otros lugares donde las guerras y la violencia son una dura realidad. Resulta injusto que solo se preste atención a dos conflictos, los que nos muestran los medios de comunicación, mientras se ignoran los sufrimientos de otros en distintas partes del mundo”, argumenta.
Navarro añade: “Quiero enfatizar que los niños de Sudán son tan importantes como los de Ucrania o Gaza, y, sin embargo, esos otros niños quedan fuera de la conversación. Es un asunto de culpa; necesitamos enfocarnos en todo lo que ocurre en el planeta, pues no hay guerras que tengan más relevancia que otras.”
Este foco en la universalidad del sufrimiento también se relaciona, en su perspectiva, con los regímenes totalitarios y autocráticos que describe en ‘El niño que perdió la guerra’. “Los regímenes totalitarios y autocráticos han existido tanto en el pasado como en la actualidad. Lo que sucede es que ahora que están llamando a nuestras puertas, de repente nos sentimos alarmados. Si echásemos un vistazo al mapa mundial de democracias, nos daríamos cuenta de que hay muy pocas reales en el mundo”, concluye Navarro. Efe.