Los derechos de la naturaleza, un reconocimiento legal que ha llegado a quedarse – Colombia informa

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Irene Morante de la Hera

Madrid, 15 (Efe).– La naturaleza en Ecuador, La Laguna del Mar Menor (España) o el flujo del río Atrato (Colombia) ya se consideran sujetos de derecho después de una corriente que, presente en la práctica desde 2008, ha extendido este reconocimiento legal en el globo «que ha llegado a quedarse».

Esta corriente internacional, llamada Derechos de la Naturaleza, nace teóricamente alrededor de los años 70 y logra sus primeros efectos prácticos en 2008, cuando la constitución de Ecuador reconoció que la naturaleza tiene derecho «a existir (…) mantener y regenerar sus ciclos vitales».

El profesor de filosofía de derecho de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Luis Lloredo, lo define como una estrategia legal para proteger de manera más efectiva algunos ecosistemas particularmente amenazados.

«Suponga la cabeza de lanza de un cambio de paradigma legal de mayor magnitud», dice Lloredo.

Un cambio que, junto con otros instrumentos legales, lleva a dejar un «antropocentrismo supremacista» y recurrir al «ecocentrismo» que valora los ecosistemas por sí mismos y no solo de acuerdo con las necesidades humanas.

En el mundo

A través de diferentes instrumentos legales con varios grados de alcance que cubren los sistemas legales constitucionales de los sistemas legales locales, esta corriente tiene irradia sus efectos hasta llegar a los países de todo el mundo.

Ecuador, quien abrió la prohibición de más estados comenzó a reconocer sus ecosistemas, seguido en Bolivia la «Ley de Derechos de la Madre Tierra» que en 2010 declaró sujeto a los derechos.

Aunque esta corriente ya está presente en países de otros continentes, como en Nueva Zelanda, donde el río Whatanui fue reconocido después de una larga lucha de los pueblos maorí o Uganda, que tiene una ley nacional que reconoce los derechos de la naturaleza, ha adquirido una relevancia especial en América Latina.

Según Lloredo, esto se debe a dos razones: el «extractivismo violento» de ambos materiales, litio, o productos, aguacates, que vive la región, así como la lucha de los pueblos nativos que, con un aumento en su visibilidad, han vinculado sus reclamos tradicionales con la protección de la biodiversidad.

El antiguo continente ha sido el último en consolidar este instrumento, en 2022, cuando en España se aprobó la ley que otorga personalidad legal al MAR menor, se aprobó la laguna más grande de agua salada en Europa que había afectado seriamente su equilibrio ecológico.

Simbólico o efectivo?

En algunos casos, su verdadera efectividad ha sido cuestionada, como en el río Atrato (Colombia) que, después de un fallo judicial que declaró su canal, cuenca y afluentes como una «entidad viviente», sigue contaminada por las razones, aunque no solo, como la minería ilegal.

La profesora de derecho internacional público en la Universidad Rovira I Virgili (España) Susana Borràs, afirma el valor del reconocimiento, lo que le da a estos ecosistemas la capacidad de articular y reclamar su protección.

«Lo importante es continuar trabajando», dice Borràs, lo que afecta que hay muchas otras medidas ambientales que no se están implementando. «Incluso si es complejo, las oraciones colombianas ya son quejas muy avanzadas», reconoció internacionalmente.

Han venido a quedarse

En el marco de su progreso futuro, Lloredo los ha descrito como «más que los derechos humanos», porque no marcan un descanso contundente con lo anterior, sino que los consideren otro paso en su progreso.

Los derechos de la naturaleza ya están «una realidad en marcha (…) que ha llegado a quedarse», dice el experto.

En este sentido, el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos (Corteidh) ha emitido recientemente una opinión asesora que establece «el reconocimiento de la naturaleza y sus componentes como sujetos de los derechos».

«Esta concepción representa una manifestación contemporánea del principio de interdependencia entre los derechos humanos y el medio ambiente, y refleja una tendencia internacional creciente destinada a fortalecer la protección de los sistemas ecológicos contra las amenazas presentes y futuras», explica la institución.

Borràs concluye que «continuarán expandiéndose en la medida en que no se asistan los índices ecológicos y planetarios y el crecimiento económico continúa a expensas de los recursos naturales». Efusión

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