William Arnulfo Marín Amaya, de 39 años, fue asesinado el último domingo 11 de mayo en las áreas rurales de la comuna de El Bagre, en el norte de Antioquia. Este líder social era un miembro activo del Comité de Conciliación sobre la Justicia del Consejo de Acción Social El Castillo Vereda. Su trágico final fue resultado de una llamada telefónica proveniente de un grupo armado ilegal, y su cuerpo fue encontrado en el centro de Puerto Claver.
Marín Amaya fue conocido por su destacada labor en la mediación de conflictos locales, promoviendo activamente la participación de la comunidad. Residía en Castillo con su familia, desempeñando un papel crucial en la coordinación y escucha relacionada con la justicia social. Su asesinato representa un grave ataque a una región que ha enfrentado durante años un alto nivel de violencia y control social por parte de actores armados.
El asesinato sugiere un mecanismo de control: primero la amenaza y luego la ejecución.
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Juan Pablo Rueda / El TIempo
El asesinato bajo la presión de grupos armados
Según un comunicado de Indepaz, Marín Amaya recibió una orden el domingo 11 de mayo, aunque no se le proporcionaron detalles sobre el propósito de la reunión que lo llevó a ese lugar.
Tras su llegada al sitio mencionado, fue atacado por individuos vinculados a un grupo armado ilegal.
En la región operan diversas estructuras criminales, entre las cuales se destaca el Clan del Golfo, que continúa con su fuerte presencia y vínculos históricos, así como los grupos de autodefensa gaitanista de Colombia. Además, el ELN realiza actividades de acoso en variadas rutas; los disidentes de las FARC, a través de los frentes 4 y 36, están consolidando rutas de narcotráfico. Por otro lado, se realizan constantes seguimientos, amenazas y extorsiones sobre los residentes y líderes locales.
Otros municipios de la subregión, como Valvidia e Ituango, también viven en condiciones similares.
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Redes sociales
Alertas tempranas y datos sobre la violencia
La oficina del vocero advirtió sobre el riesgo para los derechos humanos y los líderes de defensa en El Bagre a través de dos alertas tempranas: 045 de 2020, que incluye esta comuna y detalla la presencia de grupos armados y violaciones a los derechos humanos; y la alerta 019 de 2023, que se centra en la protección de los defensores de derechos humanos, así como en los líderes comunitarios y sindicales. Ambos documentos indicaron que la imposición de estándares, el control social y otras formas de coerción por parte de estos grupos representan una amenaza constante para los civiles.
Estas alertas subrayan cómo los grupos ilegales ejercen presión en varias regiones del país. Esta dinámica genera un ciclo de amenazas, desplazamientos forzados, extorsión, y en casos extremos, asesinatos selectivos, tal como ocurrió con Marín Amaya y otros líderes sociales que han perdido la vida este año.
Con este lamentable hecho, Indepaz reporta 63 líderes y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia en 2025. Este alarmante número posiciona al país en uno de los episodios más oscuros de los últimos años.
Este dato incluye casos documentados por organizaciones sociales y entidades de derechos humanos y evidencia la persistencia de la violencia contra aquellos que abogan por la convivencia y la reconciliación en territorios marcados por confrontaciones armadas.
Este tipo de violencia no es un fenómeno aislado en Antioquia. Otros municipios de la subregión, como Valvidia e Ituango, también enfrentan situaciones similares. La comunidad enfrenta desplazamientos forzados, miedo constante hacia líderes comunales y la paralización de proyectos colectivos por la represión. Acciones como la minería ilegal y la coerción sobre pequeños agricultores crean un ambiente de temor, dificultando la participación activa de los ciudadanos en la vida comunitaria.
Sopesando las investigaciones familiares, están expuestos a un constante escrutinio.
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Séptima rama
La muerte de William Arnulfo Marín Amaya ha dejado una herida profunda en la comunidad de Puerto Claver y en su entorno. Su labor en la mediación y su firme compromiso con la justicia social continuarán siendo un testimonio del esfuerzo local por crear espacios de diálogo, aunque en la actualidad, este camino se vea restringido por la violencia armada.
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Danna Valeria Figueroa
Tiempo de periodismo multimedia